Conóceme

Mi folosofía

Concibo el masaje como un acto de presencia, escucha y respeto hacia el cuerpo. No solo trabajo músculos, también acompaño procesos: físicos, emocionales y energéticos. Cada gesto tiene intención; cada contacto busca restablecer el equilibrio entre lo que sientes, lo que piensas y lo que tu cuerpo expresa. Para mí, el masaje no es un servicio: es un ritual de reconexión. Un momento donde la piel habla, la mente se aquieta y el cuerpo recuerda su propio ritmo.

Mi história

Nací en Venezuela y desde niño, aliviaba con mis manos los dolores lumbares de mi madre. Aquellos gestos intuitivos despertaron en mí una conexión profunda con el arte del masaje.

Me formé profesionalmente en Publicidad y Relaciones Públicas. Aunque siempre me ha apasionado el mundo de la comunicación, con el tiempo descubrí una forma más sutil y poderosa de expresarme: el masaje, un lenguaje sin palabras que conecta cuerpo, mente y emoción.

Viví varios años en Argentina, donde me formé profesionalmente en masajes deportivos en la Asociación Argentina de Masajistas. Allí tuve la oportunidad de trabajar con atletas de distintos gimnasios, perfeccionando mis técnicas y comprendiendo la importancia del cuerpo en movimiento.

Hoy divido mi tiempo entre Portugal y España, y me encuentro próximo a recibir mi titulación como masajista terapéutico especializado en rehabilitación por el Sindicato Nacional de Masajistas de Recuperação e Kinesioterapeutas de Portugal.

Mi enfoque va más allá de lo físico: creo en el poder del intercambio de energías. Por eso, todos mis masajes comienzan y terminan con un abrazo sincero, cálido y sanador.

Entiendo que entregarse a un masaje es también abrir un espacio de vulnerabilidad, y por eso me esfuerzo en crear una atmósfera de absoluta confianza, paz y respeto.

Estoy aquí para acompañarte, escucharte, entenderte y ayudarte a reconectar contigo mismo a través del tacto consciente.

El Nómada

Mi camino como masajista evolucinó entre viajes, mudanzas y nuevas lenguas. He emigrado tres veces, y cada país dejó una huella en mis manos y en mi forma de entender el cuerpo humano. La constante ha sido el tacto: ese lenguaje silencioso que trasciende fronteras y conecta más allá de las palabras.

Ser masajista nómada no es una estrategia comercial, es una filosofía de vida. Creo en llevar el bienestar a donde estés, sin importar si es un apartamento, una habitación de hotel o un estudio compartido. Mi concepto de spa viajero nace de ahí: crear una experiencia profesional, íntima y reparadora, sin que tengas que moverte del lugar donde te encuentras.

Cada ciudad que visito es una nueva posibilidad de ofrecer pausa, presencia y alivio en medio del ritmo urbano.